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lunes, 6 de diciembre de 2010

Leer y escribir con un sentido

Para leer y escribir con sentido tenemos dos términos que se van relacionando directamente, pero por qué decimos que la lectura y la escritura van de la mano.



Entre ambos conceptos existe una relación de implicancia. Para poder escribir es necesaria la existencia de un código. Lo que debemos proponer es introducir el código lingüístico sin perder la espontaneidad de la escritura.

El trabajo cotidiano en el aula nos lleva a descubrir que no siempre pueden adquirirse de forma simultánea los aspectos referidos al código lingüístico y a lo creativo en la escritura espontánea. Quizás observemos que cuando un niño comunica una idea, genera un pensamiento, intenta comunicarnos una reflexión o simplemente se propone jugar con las palabras,ciertos aspectos formales de los textos son olvidados. Razón ésta que nos obliga a ser cautelosos para definir cuándo una ejercitación apunta al código lingüístico y cuándo proponemos un trabajo de escritura. En este último caso no nos detendremos en los aspectos ortográficos o sintácticos, sino en los aspectos creativos al utilizar la lengua escrita
En una sociedad como la nuestra, tan copada por los medios audiovisuales es muy importante que desde la escuela se promueva el hábito de leer y escribir, pero sin darle esa carga de contenido escolarizante que opaca su verdadero significado.

Es necesario que el niño lea y escriba con un propósito claro, no por cumplir con la tarea del día, para ello se debe integrar la vida cotidiana del chico con sus actividades de aprendizaje.
En "Jugando y Aprendiendo Nos Vamos Conociendo" se intenta que los niños logren un encuentro con el mundo que los rodea y consigo mismos, realizando diferentes actividades en base a la reflexión y el juego.
El infante desde su nacimiento se encuentra inmerso en una cultura que lo precede y de la cual debe apropiarse, ahora bien entendamos que es cultura, es  todo lo que el hombre hace, come, piensa, la ropa con la que se viste, la música, etc. Todos estos diferentes comportamientos nos indican que hay pocas o ninguna manera de comportarse que sirvan para todos los hombres y en todos los lugares y tiempos…”

De lo expuesto podemos inferir el rol fundamental que le compete a la escuela, como institución que tiene la obligación de acercar a los niños, la cultura imperante en una sociedad particular.
Quizás la escuela brinde a algunos niños la única posibilidad de profundizar no sólo los contenidos a adquirir sino en los aspectos que se relacionan con la socialización, el contacto con otros pares y otras figuras de autoridad. 

Para que exista una eficaz apropiación de los contenidos la escuela debe motivar una actitud de interés y vínculo por parte del alumno, con las actividades que le proponga. A esto hace alusión Gloria Hinostroza: “ No hay aprendizaje significativo sin actividades auténticas. Se construye el conocimiento y se logran aprendizajes eficaces en la medida en que las actividades que desarrolla el niño tienen sentido, relevancia y proposito. 
Nadie aprende o quiere aprender porque si, se requiere una razón poderosa y ésta se relaciona siempre con la función del conocimiento para qué sirve lo que se va a aprender.
Tradicionalmente el niño no sabe para qué le sirve lo que aprende en un manual. Si no es capaz de reconocer sus contenidos como significativos, menos podrá reconocer su utilidad. Es así como el contexto que se crea debe ir acompañado de un propósito
¿Para qué sirve leer?
El chico cuando ingresa al sistema educativo ya trae consigo una base de aprendizajes adquiridos en su contexto familiar y social. Ya ha estado en contacto con textos que le permiten leer con facilidad, aunque aún no se encuentre alfabetizado, es decir, que no logre establecer relación entre el fonema y el grafema.
Pero, ¿para qué le sirve a una niño aprender a leer? 
“La lectura permite informarse, recordar algo que se sabe importante y por supuesto es un acto que nos reencuentra con el placer que producen las palabras engarzadas entre si. Tal como lo señalan Borzone y Manrique es preciso proporcionarles (a los niños) una gran variedad de oportunidades para leer y escribir ligadas, funcionalmente, a todas las actividades que el niño realice en el medio en que se desenvuelve. Actividades en que la escritura tenga propósitos genuinos, sea parte de la vida diaria… y no meros objetos escolares…”
¿Para qué sirve escribir?
El lenguaje escrito es el medio privilegiado para poder comunicarnos. Cuando necesitamos contarle lo que hicimos en las vacaciones a un amigo que se encuentra en otro lugar del mundo, cuando queremos promocionar algo para venderlo, cuando anotamos la receta de la abuela para no olvidarnos, cuando necesitamos expresar en un papel nuestras sensaciones, etc. En todos estos casos estamos usando la escritura como medio para comunicar algo a otros. Pero, ¿cuál sería la forma de enseñar la escritura en la escuela?.
“El maestro debe enseñar a escribir a sus alumnos, esto significa enseñarles a producir textos (y no solo frases o párrafos) en situaciones de comunicación reales, no se trata de reducir la pedagogía del lenguaje escrito a una serie de técnicas en una clase por demás, nada hubiese cambiado; el acto de escribir compromete profundamente la actividad de quién escribe, de modo que este acto sea significativo: un ambiente de vida cooperativo en la clase, unida a una pedagogía de proyectos son dos condiciones necesarias para la eficacia de los aprendizajes.” 

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