Para leer y escribir con sentido tenemos dos términos que se van relacionando directamente, pero por qué decimos que la lectura y la escritura van de la mano.
Entre ambos conceptos
existe una relación de implicancia. Para poder escribir es necesaria la
existencia de un código. Lo que debemos proponer es introducir el código
lingüístico sin perder la espontaneidad de la escritura.
El
trabajo cotidiano en el aula nos lleva a descubrir que no siempre pueden
adquirirse de forma simultánea los aspectos referidos al código lingüístico y a
lo creativo en la escritura espontánea. Quizás observemos que cuando un niño
comunica una idea, genera un pensamiento, intenta comunicarnos una reflexión o
simplemente se propone jugar con las palabras,ciertos aspectos formales de los
textos son olvidados. Razón ésta que nos obliga a ser cautelosos para definir
cuándo una ejercitación apunta al código lingüístico y cuándo proponemos un
trabajo de escritura. En este último caso no nos detendremos en los aspectos
ortográficos o sintácticos, sino en los aspectos creativos al utilizar la lengua
escrita
En una sociedad como la nuestra, tan copada por los medios audiovisuales
es muy importante que desde la escuela se promueva el hábito de leer y
escribir, pero sin darle esa carga de contenido escolarizante que opaca su
verdadero significado.
Es necesario que el niño lea y escriba con un propósito claro, no por cumplir
con la tarea del día, para ello se debe integrar la vida cotidiana del chico
con sus actividades de aprendizaje.
En "Jugando
y Aprendiendo Nos Vamos Conociendo" se intenta que los niños logren un
encuentro con el mundo que los rodea y consigo mismos, realizando diferentes
actividades en base a la reflexión y el juego.
El infante desde su nacimiento se encuentra inmerso en una cultura que lo
precede y de la cual debe apropiarse, ahora bien entendamos que es cultura, es todo lo que el
hombre hace, come, piensa, la ropa con la que se viste, la música, etc. Todos
estos diferentes comportamientos nos indican que hay pocas o ninguna manera de
comportarse que sirvan para todos los hombres y en todos los lugares y
tiempos…”
De
lo expuesto podemos inferir el rol fundamental que le compete a la escuela,
como institución que tiene la obligación de acercar a los niños, la cultura
imperante en una sociedad particular.
Quizás
la escuela brinde a algunos niños la única posibilidad de profundizar no sólo
los contenidos a adquirir sino en los aspectos que se relacionan con la
socialización, el contacto con otros pares y otras figuras de autoridad.
Para que exista una eficaz apropiación de los contenidos la escuela debe
motivar una actitud de interés y vínculo por parte del alumno, con las
actividades que le proponga. A esto hace alusión Gloria Hinostroza: “ No hay aprendizaje significativo sin actividades
auténticas. Se construye el conocimiento y se logran aprendizajes eficaces en
la medida en que las actividades que desarrolla el niño tienen sentido,
relevancia y proposito.
Nadie
aprende o quiere aprender porque si, se requiere una razón poderosa y ésta se
relaciona siempre con la función del conocimiento para qué sirve lo que se va a
aprender.
Tradicionalmente
el niño no sabe para qué le sirve lo que aprende en un manual. Si no es capaz
de reconocer sus contenidos como significativos, menos podrá reconocer su
utilidad. Es así como el contexto que se crea debe ir acompañado de un
propósito
El chico cuando
ingresa al sistema educativo ya trae consigo una base de aprendizajes
adquiridos en su contexto familiar y social. Ya ha estado en contacto con
textos que le permiten leer con facilidad, aunque aún no se encuentre
alfabetizado, es decir, que no logre establecer relación entre el fonema y el
grafema.
Pero, ¿para qué le sirve a una niño aprender a
leer?
“La lectura permite informarse, recordar algo que
se sabe importante y por supuesto es un acto que nos reencuentra con el placer
que producen las palabras engarzadas entre si. Tal como lo señalan Borzone y
Manrique es preciso proporcionarles (a los niños) una gran variedad de
oportunidades para leer y escribir ligadas, funcionalmente, a todas las
actividades que el niño realice en el medio en que se desenvuelve. Actividades
en que la escritura tenga propósitos genuinos, sea parte de la vida diaria… y
no meros objetos escolares…”
El lenguaje escrito
es el medio privilegiado para poder comunicarnos. Cuando necesitamos contarle
lo que hicimos en las vacaciones a un amigo que se encuentra en otro lugar del
mundo, cuando queremos promocionar algo para venderlo, cuando anotamos la
receta de la abuela para no olvidarnos, cuando necesitamos expresar en un papel
nuestras sensaciones, etc. En todos estos casos estamos usando la escritura
como medio para comunicar algo a otros. Pero, ¿cuál sería la forma de enseñar
la escritura en la escuela?.
“El
maestro debe enseñar a escribir a sus alumnos, esto significa enseñarles a
producir textos (y no solo frases o párrafos) en situaciones de comunicación
reales, no se trata de reducir la pedagogía del lenguaje escrito a una serie de
técnicas en una clase por demás, nada hubiese cambiado; el acto de escribir
compromete profundamente la actividad de quién escribe, de modo que este acto
sea significativo: un ambiente de vida cooperativo en la clase, unida a una
pedagogía de proyectos son dos condiciones necesarias para la eficacia de los
aprendizajes.”
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